sexta-feira, 17 de março de 2017

"Padre de dia", Jordi Fabregat


Hace unos días que terminó la aventura de mi familia por Aveiro. Fuimos mi mujer, mi hija de 6 años, el pequeño de 3 y yo. Mi mujer tenía una estancia de 2 meses en el departamento de educación de la universidad, así que decidimos irnos todos a disfrutar de la aventura. Para todos fue una suerte conocer a la gente de Maternura, un lugar donde la libertad y la complicidad nos ayudó a conocer a gente muy interesante y nos proporcionó un lugar donde jugar y relacionarnos. 

Claudia, el último día de estar en Aveiro, me invitó a escribir algo sobre mi experiencia como padre, en concreto con mis andanzas dentro de la crianza respetuosa, justamente ahora que se acerca el día del Padre. Curiosamente tal día como ese de hace 7 años me enteré de que iba a ser padre.

En ese justo momento surgió el debate entre mi mujer y yo. Yo trabajaba en Barcelona como maestro, y teníamos la casa y su trabajo en Castellón de la Plana. Así que decidimos que yo dejaría mi trabajo y vendría para cuidar de nuestra hija. La responsabilidad de elegir cómo criarla nos hizo buscar cuál era la manera más adecuada. Buscando un enfoque más natural, más próximo a los niños, empezamos leyendo a Carlos González y Rosa Jové; luego, a partir de una formación sobre escuela libre que realicé durante un año, llegaron otros autores (Rebeca Wild, Aletha Solter, etc) y ampliamos alrededor nuestro una red de gente que entendía la maternidad y la paternidad de un modo muy parecido al nuestro. En la mayoría de casos, me he dado cuenta de que no soy un padre como los demás, mucha gente me lo comenta. Un hombre que dedica mucho tiempo y esfuerzo a cuidar de su tribu y a disfrutar con ello, no se ve con facilidad, aunque en nuestra familia es una decisión que se ha tomado de forma muy natural. Quizás por eso Claudia me invitó a escribir en el blog de Maternura.

Precisamente porque en nuestro caso no le encontramos nada de extraño o especial al hecho de que sea el padre quien más tiempo ha dedicado al cuidado de los niños, los temas que se me ocurrían para escribir al blog son universales, comunes independientemente del género. Y si hay una cosa que nos une a los padres y las madres es la esperanza de que nuestro hijo sea feliz, así que os dejo aquí mi reflexión sobre este tema.

Hay mucha gente a la que, cuando se le pregunta sobre qué querría que fuera su hijo, dice que quiere que sea feliz. En un principio, una gran mayoría de nosotros coincidimos con esta afirmación, sobre todo porque tiene una apariencia de apertura, de aceptación de sus decisiones (ya no está de moda querer que continúe la estirpe profesional de la familia). Pero debemos tener en cuenta una cosa: el concepto de felicidad de nuestros hijos no es el nuestro. Esto nos puede llevar a un conflicto de valores: habrá hijos que encontrarán la felicidad trabajando en un bar o una obra, otros invertirán años de su vida para estudiar medicina o ingeniería para salvar vidas o hacer un mundo mejor en una ONG en la India, puede que alguien se haga deportista y pueda vivir del deporte, maestro, músico o tal vez decida, si tiene hijos, dedicarles el tiempo y la atención que piensa que se merecen y dejar de lado su actividad profesional para hacerlo. En cualquiera de los casos suponemos que será feliz, y coincidimos en decir que sus decisiones profesionales o vitales no van a cambiar nuestra relación con él o ella.

Pero luego hay casos en los que la felicidad cuesta de ver desde nuestros ojos de adulto, con un recorrido por la vida más largo y con nuestras ideas ya establecidas. ¿Qué pasa si nuestro hijo es feliz siendo policía o militar, o político corrupto? ¿qué ocurre si vive en la calle y se busca la vida día a día para comer con su flauta y su perro, o decide que quiere dejar la universidad porque te dice que en los primeros 6 meses ha visto que no está aprendiendo nada?Esto me hace pensar y llegar a dos conclusiones. La primera es que cuando se es padre es un buen ejercicio dejar de pensar tanto en el futuro y centrarnos en el momento actual: disfrutemos del momento en que se encuentran nuestros hijos y disfrutemos de las, aparentemente, pequeñas cosas que hacen cada día: repiten, inventan, descubren, prueban, huelen, sufren, gozan, etc. Estemos con ellos ahora, el futuro ya vendrá, estemos con ellos acompañándolos, armándolos de seguridad en sí mismos, confianza y autoestima. 

Confiemos en ellos.

La segunda es hacernos a la idea de que dentro de unos años serán personas que tendrán que tomar decisiones relevantes en sus vidas, y si hemos sido capaces en los años anteriores de dejarlos decidir, errar y rectificar, los habremos preparado para ser personas seguras de sí mismas con una visión más madura de cómo son y cómo reaccionan. También debemos prepararnos para dar un paso atrás y acompañarlos desde más lejos, tener en cuenta que es su vida. Nosotros tenemos, como he dicho antes, la misión de proporcionarles las herramientas necesarias para que sepan elegir libremente lo que quieren hacer, pero las decisiones que tomen van a ser suyas y solo suyas. Desde muy pequeños los niños conocen sus necesidades, nuestra tarea, pues, es descifrarlas y darles las condiciones para que puedan cubrirlas.

La base para que una persona sea feliz puede residir en su sensación de libertad y ésta pasa por ser responsables sobre su cuerpo, sus pensamientos y sus acciones, por esta razón tenemos que intentar que nuestros hijos tengan esa sensación tantas veces al día como sea posible. Os propongo un ejercicio: cada vez que vayáis a hacer algo por vuestros hijos (ayudarles, responderles una pregunta, proponerles una actividad cuando están aburridos, recordarles lo que tienen que hacer…), dad un paso atrás. Esperad, dadles tiempo y vuestra presencia, permitidles decidir, equivocarse y comprobar las consecuencias de sus acciones. El espacio que les daréis puede ser su espacio de libertad y, por tanto, de felicidad.

Jordi Fabregat
de Castelló de la plana, Espanha, é professor primário e sócio da XELL (Xarxa d’Educació Lliure), Depois de ter procurado consolidar uma formação diversificada na área da escola livre. Nos últimos três anos, para além de trabalhar como "padre de dia" (ama no masculino, em português) está a colaborar num projeto para criar uma escola ativa em Castelló de la Plana, da qual fará parte do grupo docente.   www.paredediacastello.com 

Sem comentários:

Enviar um comentário